Dos hombres desaparecidos que no tenían nada que ver, pero sí muchas cosas en común (hasta el nombre), una persona enterrada en una tumba que no era la suya y un cadáver en paradero desconocido diez años después
Encontraron lo que quedaba de ellos en la primavera de 2014. Unos bomberos que combatían un gran incendio en la península de Kenai (Alaska) encontraron una bota medio enterrada. Poco después se dieron cuenta de que también había huesos dispersos por el césped.
Los bomberos en Alaska están acostumbrados a ver huesos de alces, osos y otros animales que viven y mueren en estos bosques. Así que hasta que encontraron un cráneo humano no supieron que los huesos anteriormente encontrados eran de personas. El cráneo yacía a su lado, con la cara inclinada hacia el suelo, los dientes de la mandíbula superior estaban ennegrecidos, los de la inferior habían desaparrecido.
Los bomberos de alaska llegaron en helicóptero y salvaron lo que pudieron. «Los huesos casi eran ceniza», aseguró a 'The Atlantic' el teniente Kat Shuey. Los restos estaban repartidos en un área de algo más de 50 metros de diámetro, presumiblemente, por los carroñeros.
También encontraron tres cuchillos de caza, dos botones de metal, una cremallera, y parte de un teléfono móvil Samsung. Todos los elementos estaban carbonizados en diversos grados, como casi todo lo demás en el camino del Funny River, un rincón remoto de Alaska , un lugar que un local describió como «la mitad de la mitad de la nada».
El dolor de una familia
Entre las miles de personas que desaparecen en Alaska, se encontraba Rick Hills. Se barajó el suicidio, pero su madre, Dolly, lo descartó: «Le había preguntado a dos de sus hijos si querían acompañarlo ese día», contó. Tampoco se cree que su marido hubiese sucumbido a los elementos, pues conocía esos bosques como la palma de su mano. Tanto Dolly como la mujer de Rick, Heidi, creen que este fue víctima de un crimen. Porque Rick «tenía una vida salvaje». «Le gustaba drogarse con cocaína o pastillas y luego salir a beber toda la noche, salía con gente que entraba y salía de la cárcel. Por el bien de su familia», comentó Heidi.
La Policía finalmente dejó de buscar. Dolly no se dio por vencida. Colgó carteles en todo el pueblo, alquiló motos de nieve y hasta consultó a psíquicos. Una de ellas, una británica que vivía en Anchorage aprecía conocer detalles de la investigación, y le dijo a Dolly que encontrarían a Rick diez años más tarde, y así fue, aunque el cadáver hallado en Funny River no fuese el suyo.
Vidas cruzadas
El único hijo de los Bennett desapareció de su casa en la península de Kenai en 2005. Su nombre también era Richard. Él y Rick Hills debieron haberse cruzado por la calle, ya que vivían a pocos kilómetros de distancia.
Pero se movían en diferentes círculos, y no existe ninguna evidencia de que se conocieran. La mujer de Richard tampoco quería saber nada del suicidio, pero tras la desaparición de su marido, se percató de que este había puesto todos sus asuntos en orden, y hasta había trasladado su ropa al cobertizo, empaquetando en cajas cosas que podían ser útiles para su familia. Se acercaron a un bosque, siguiendo la pista que unos vecinos le habían proporcionado, y encontraron un esqueleto humano... sin la cabeza.
Tenía una sudadera azul y unos Levi's, la ropa que solía usar Richard, y la pierna derecha mostraba una lesión, y este se había fracturado la extremidad en un accidente de moto en 1980. Las pruebas de ADN todavía no habían llegado, pero los investigadores del caso dedujeron que se trataba de Richard, dadas las coincidencias, así que la familia procedió a su entierro.
La teniente Kat Shue, en cuanto se encontraron los huesos en Funny River, decidió cotejarlos con la lista de desapariciones. Richard y Rick la encabezaban, sin embargo, había algo extraño: Bennett había sido enterrado, pero aún aparecía en la categoría de «desaparecido» en los archivos de la Policía.
Escondido entre los documentos estaba la pieza que faltaba: una carta de notificación que los Bennett habían estado esperando en los meses después de que encontraran el esqueleto. La carta, de la Universidad del Norte de Texas, y decía que el ADN de los restos hallados no coincidía con Bennett.
El cuerpo encontrado en 2005 y puesto a disposición de la familia Bennett en 2006 no era Richard Bennett. La carta estaba fechada el 5 de noviembre de 2007, unos 16 meses después de la familia Bennett había enterrado los restos de un hombre que había creído que era su hijo. Shuey dijo que la carta había sido archivada por un empleado que ya no trabajaba para la Policía del estado de Alaska.
Después de realizar pruebas de ADN a los restos encontrados en Funny River, se concluyó que no pertenecían ni a Hills ni a Bennett. En cambio, el cuerpo que la familia Bennett había enterrado sí se correspondía con Rick Hills. Pero su cabeza nunca se encontró su cabeza. Las similitudes entre ambos sorprendieron a sus familias. Eran dos hombres casi de la edad, más o menos la misma altura, que desaparecieron en la misma zona con unos 15 meses de diferencia. Incluso llevaban el mismo tipo de ropa, y ambos tenían viejas fracturas en su pierna derecha Richard de su accidente de moto, y Rick por jugar al hockey.
En julio del pasado año, el 'Alaska Dispatch News' informaba del descubrimiento de la identidad del cadáver de Funny River. Se trataba de James Allen Beaver, desaparecido en 2011 a los 42 años y que había sido compañero del instituto de Rick Hills. Diez años después, todavía no se sabe nada de Richard Bennett, una de las miles de personas que desaparecen en Alaska... y que nunca son encontradas.
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