El misterio de los asesinatos de Hinterkaifeck


Hinterfaicken 
Pocos escenarios parecen menos propicios para un asesinato cruel que las majestuosas montañas de Baviera, con sus bellos bosques de pino y sus cristalinas fuentes de agua. Y sin embargo, en una pequeña finca conocida como Hinterkaifeck, en medio de la campiña alemana ocurrió en 1922 uno de los asesinatos más macabros y misteriosos de la historia de aquel país. Como tal, Hinterkaifeck era una granja ubicada en los bosques, en las cercanías de Groebern (a poco más de una hora de camino de Munich).

 La granja era propiedad de la familia Grueber, que constaba de 5 miembros: Andreas y Cazilia (esposo y esposa), su hija viuda Viktoria y sus dos nietos, Cazilia y Josef. La finca quedaba relativamente aislada, a alrededor de un kilómetro del pueblo más cercano (Kaifeck).

Los Grueber 
No se trataba de una familia idílica. Andreas Grueber era reconocido en la localidad por ser un hombre hosco y poco sociable que, se rumoraba, golpeaba regularmente a Cazilia. Peor aún, el maltrato se extendía a los pequeños e incluso se sabía que Josef había nacido luego de la muerte del esposo de Viktoria, por lo que muchos suponían que era producto de una relación incestuosa. Sin embargo, como la familia no se metía en problemas con personas ajenas, en gran medida se les dejaba tranquilos.

 Un día del otoño de 1921 María, la empleada de la finca, decidió abruptamente terminar su relación con la familia e irse al pueblo. Cuando le preguntaron el por qué de su súbita decisión la mujer aseguró que extraños sonidos salían de los cuartos oscuros en la casa (en particular del ático) y que algo extraño estaba sucediendo. Prefería perder su trabajo a arriesgarse un segundo más.

  Las huellas 
En marzo de 1922 (unos 6 meses después de la partida de María) Andreas encontró una serie de huellas extrañas en la nieve. Las huellas se dirigían en línea recta a la casa pero terminaban en la puerta (sin que hubiese rastro alguno de que alguien hubiese entrado). No había huellas que salieran de la casa.Preocupado por la posibilidad de que un intruso estuviese escondido allí, Andreas decidió hacer una revisión exhaustiva de su hogar, pero no encontró nada extraño. Aquella misma noche, por primera vez, fue despertado por los extraños sonidos provenientes del ático. Cuando revisó, nadie estaba allí. Eventos extraños se sucedieron. 

Un día (poco después de la aparición de las huellas) desapareció un manojo de llaves de la casa. Otro día se encontraron marcas en la caja de las herramientas que parecían indicar que alguien había intentado abrirla. Y otro día apareció un periódico en la puerta que no pertenecía a nadie en la familia. Y el 31 de mayo llegó una nueva empleada (curiosamente también llamada María) al hogar de los Grueber.

  La Noche 
El 4 de abril de 1922 las personas en el pueblo comenzaron a preocuparse. Nadie había visto a ningún Grueber por varios días y su nieta no había ido a la escuela en casi una semana. Su correo seguía en la oficina. Y no habían ido a misa, lo cual era extraño pues Viktoria hacía parte del coro. El grupo de búsqueda encontró un escenario horrorífico. En el granero estaban los cuerpos de Andreas, Cazilia (abuela y nieta) y Viktoria; habían sido cuidadosamente apilados. Josef y María se encontraron muertos en sus respectivas habitaciones.

Todos los cuerpos se encontraban en medio de un charco de sangre. Los investigadores pronto determinaron que la causa de muerte había sido un golpe certero a la cabeza con una pica. Parecía que el atacante había atraído a sus víctimas, una a una, al granero, donde las había ultimado de manera rápida y silenciosa. Tras acabar con los 4 miembros de la familia habría entrado a la casa a buscar a Josef y a María, que dormían en sus camas.


Humo
 Pero lo extraño era que, si bien las autopsias aseguraban que la muerte había ocurrido el 31 de mayo (viernes) muchos vecinos aseguraron que la chimenea y las luces siguieron encendidas todo el fin de semana.

 Había rastros de que alguien había comido recientemente, los animales habían sido alimentados y el perro de la familia cuidadosamente atado para que no escapara. Ningún animal mostraba signo alguno de maltrato. Así, parecía que el asesino había cometido su crimen y luego cuidado los animales de la familia y vivido en su casa por unos días. Originalmente se pensó que se trataba de un asalto, pero diversas monedas y billetes de fácil acceso seguían en su lugar (si el criminal duró todo el fin de semana, pues es de esperarse que los tomara).

Al final, pese a que más de 100 policías se involucraron en la investigación, no pudo determinarse qué había sucedido. En la actualidad se barajan varias hipótesis, siendo la más popular que el asesino fue Karl Gabriel, el esposo (supuestamente muerto) de Viktoria. Sin embargo, esto no es más que especulación y en la actualidad no sabemos nada del asesino de Hinterkaifeck.

Fuente y Credito a www.elpensante.com

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