Todos los viernes comparto 1 relato sobre experiencias del mas allá.
( comparto una mas debido a que el anterior viernes no pude hacerlo por un problema con la pc)
«En 1988 cumpliendo el servicio militar en la Academia General Básica de Suboficiales. Me encargaba de ser el chófer de coronel al mando. Cuando llevaba unos ocho meses de mili, un compañero me contó que mi novia de Tremp me la pegaba con un teniente.
Cogí el coche del coronel y baje al pueblo a buscarla. No la encontré a ella pero sí a dos compañeros recién licenciados que necesitaban llegar a Lérida para coger el tren y me convencieron para que los llevase. Yendo ya de camino, en una curva, la carretera desapareció y nos vimos volando sobre un barranco. Por el aire cortamos la copa de un gran pino, dimos la vuelta y caímos boca abajo al campo. El suelo donde aterrizamos estaba arado y el capó se enterró casi por completo.
Recuerdo ver las ruedas girando con el coche clavado en el sembrado, mientras yo subía cada vez más rápido, alejándome, sin saber hacia dónde. Me sentía liberado, como si hubiera estado comprimido dentro de una botella y de golpe saliera de ella. Podía apreciar un punto de luz al final que se hacía grande, con una imagen en su interior. Era mi madre en la cocina de casa fregando los platos con un delantal azul. Note que podía desplazar esa luz para ver otras cosas.
Recuerdo ver a mi amigo Toni en la cantina, a mi hermana en su casa de Venezuela, cogiendo un teléfono de color rojo que sonaba, a mi abuela abrazándome, mi primer beso con una chica, el agua correr en la riera de el bosque cercano a mi casa, a mi hermano Carlos haciendo ondas con el humo de un cigarrillo...
De repente la imagen cambio y repasé aquel día de principio a fin. Ahí noté como alguien me tocaba preguntándome si me encontraba bien. Abrí los ojos y note algo que me caía en la cara. Yo estaba tumbado en el techo del coche volcado y mi acompañante colgaba del cinturón de seguridad sobre mí. Pregunte qué sucedía y me respondieron que habíamos tenido un accidente. Me desmayé. Cuando recuperé el conocimiento despertaba de un coma de dos días en un hospital de Lérida. Los tres salvamos la vida aquel día.
Tras ésta experiencia perdí por completo el temor a la muerte y aprendí a valorar mucho más las cosas que nos rodean. Durante un tiempo lloraba por nada, me convertí en un sentimental que amaba a todo el mundo. Desde entonces procuro enfocar mi vida en ayudar a los demás».
Fuente y Credito a www.elespanol.com
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