Mucho más joven que nuestra galaxia, Andrómeda se formó hace 3.000 millones de años, cuando la Tierra ya existía, a causa de la brutal colisión de otras dos galaxias.
Durante mucho tiempo, los astrónomos han pensado que Andrómeda, la galaxia más cercana a la nuestra, podía considerarse en muchos aspectos como una «hermana gemela» de la Vía Láctea. Se equivocaban. En realidad, nuestra vecina de al lado (se encuentra «solo» a dos millones de años luz de distancia), se formó como consecuencia de una brutal colisión entre otras dos galaxias más pequeñas. Y eso, además, hace como mucho unos 3.000 millones de años, lo que en Cosmología puede considerarse como «recientemente». De hecho, cuando sucedió la catástrofe cósmica, nuestro pequeño planeta azul llevaba ya 2.000 millones de años existiendo.
El esfuerzo, sin embargo, mereció la pena y permitió a los científicos «visualizar los mecanismos físicos de la formación de Andrómeda y levantar así el velo sobre su origen», según reza en un comunicado del observatorio.Investigaciones anteriores ya habían percibido notables diferencias entre la Vía Láctea, nuestra galaxia, y Andrómeda. De hecho, demasiadas diferencias como para seguir considerándolas galaxias gemelas. En Andrómeda, por ejemplo, muchas estrellas muestran órbitas erráticas, algo que no sucede en la Vía Láctea, donde todas las estrellas giran ordenadamente alrededor del centro galáctico.
Un choque cósmico
¿A qué se debe ese comportamiento tan distinto? Para los investigadores, resulta claro que la «agitación estelar» de Andrómeda es fruto de su «reciente» formación. Una vez analizados, los datos cuentan una historia que comenzó entre hace 7.000 y 10.000 millones de años cuando dos galaxias, una cuatro veces más masiva que la otra, se precipitaron directamente una contra otra. En su primer encuentro, las dos galaxias apenas se rozaron y pasaron de largo. Pero quedaron ligadas para siempre por sus fuerzas gravitatorias.
Hace 4.000 millones de años se produjo el segundo encuentro, más violento, aunque ambas galaxias lograron conservar aún identidades separadas. Cada vez más próximas una de otra y con enormes flujos de estrellas fluyendo entre ambas, las dos terminaron por unirse en una sola. Los científicos simularon las trayectorias de las dos galaxias precursoras y calcularon cómo debieron producirse las varias «pasadas» y encontronazos entre ambas. Al final, las dos se unieron, entre hace 1.800 y 3.000 millones de años, para formar lo que hoy conocemos como Andrómeda.
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