(Fin de semana de terror)
Mira, seré el primero en admitir que soy un completo hijo de puta. También soy holgazán. Solo estoy aquí para encontrar al pendejo, porque casi siempre hay un pendejo.
Este grupo de apoyo es bastante típico. Nos conectamos por internet, concordamos en un lugar callado y ahora todos estamos sentados con las piernas cruzadas en un círculo. Bien cursi la mamada. Jerome lidera el grupo, sirviéndole a todos una taza de té a medida que empieza a hablar.
—Soy Jerome. Puedes beber tu té, pero solo luego de la explicación de por qué estás aquí. Yo comenzaré. Jerome nos cuenta que nunca ha sido amado. Puedo ver por qué; el tipo tiene cara de orto. Toma un sorbo de su té mientras la chica huraña sigue la conversación:
—Miyu —dice—. Mis padres.
Breve y dulce, sin irse por la tangente. Cómo no admirar a Miyu. Ella probablemente no es la pendeja. Los próximos en hablar son un veterano sin piernas, un hombre de negocios en bancarrota, un drogadicto recubierto en pinchazos y una arpía enferma de edad avanzada. Llega mi turno.
—Soy un cabrón. Todos me odian.
Le doy un sorbo ruidoso y molesto al té azul mientras el joven gordo con un ojo morado toma la palabra, contando su historia aburrida de gordo lastimero. Después de eso, todos estamos sentados en silencio, cuando Jerome colapsa.
Luego, los ojos de Miyu se giran hacia su cráneo y la chica se desploma hacia adelante. Solo el gordo reacciona.
—¿Qué está pasando? —se queja—.
¡Pensé que este era un grupo de apoyo para el suicidio!
Hallé al pendejo.
—Lo es —le digo, escupiendo mi trago de té—. Lo apoyan. Nadie quiere morirse solo, niño.
¡Oh, pero se tornó tan pálido como un fantasma y observó su taza! ¡Lo amo! Estas reuniones de suicidas son el sueño de un sádico, y nunca tengo que mover un dedo.
Te dije que soy un hijo de puta holgazán.
Fuente y Crédito a creepypastas.com
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