Éste es un buen año para su observación pues sucede poco antes de la luna nueva, que tendrá lugar el día 18.
Intensa actividad
Las Gemínidas tienen lugar desde el 8 al 18 de diciembre, aproximadamente, alcanzando su máxima actividad en la noche del 13 al 14 de diciembre, momento en el que podremos observar hasta 150 estrellas fugaces por hora. Junto con las Cuadrántidas, que se observan en enero, las Gemínidas forman la lluvia de meteoros más activa del año.
Las Gemínidas dejan largas estelas brillantes, sus velocidades pueden alcanzar los 125.000 kilómetros por hora. Como su nombre indica, el radiante de esta lluvia de estrellas se encuentra en la constelación zodiacal de Géminis, pero no se necesita conocer esta constelación para observar los meteoros que pueden aparecer por cualquier lado de la bóveda celeste.
En la noche del 13 al 14 de diciembre la Luna estará en fase de luna menguante, con tan sólo una porción de nuestro satélite iluminada, pues el novilunio tiene lugar el día 18. Además, esa noche del 13 al 14 de 2017 la Luna se levantará muy de madrugada, por lo que la primera parte de la noche será ideal para observar los meteoros que contrastarán en un cielo bien oscuro.
Fragmentos de un asteroide
El origen de las Gemínidas fue un misterio durante siglos pues no se sabía asociar la lluvia de meteoros con ningún cometa periódico conocido. Pero en el año 1983, el telescopio espacial de infrarrojos IRAS (lanzado por la NASA) identificó un asteroide, llamado Faetón; y al estudiar su órbita, pronto se concluyó que era este asteroide el que causaba la lluvia de estrellas.
Se trata pues de un caso peculiar, pues prácticamente todas las otras lluvias de meteoros conocidas están causadas por cometas. Los astrónomos especulan con la idea de que Faetón pudiese ser hoy un cometa extinto y que los fragmentos que forman las Gemínidas pudiesen haber sido desprendidos hace siglos, cuando Faetón aún tenía actividad cometaria. Como todos los años por estas fechas, la Tierra atraviesa un anillo poblado con aquellos fragmentos desprendidos de Faetón.
Cuando uno de esos fragmentos (o meteoroides) cae en la atmósfera terrestre, se calcina por la fricción con el aire creando así el resplandor luminoso que conocemos como meteoro o estrella fugaz. Típicamente, los meteoros más comunes que observamos a simple vista los producen partículas de unos milímetros a unos centímetros de tamaño que se queman a unos 100 kilómetros de altura.En la mitología, Faetón es el hijo del dios solar Helios. En una travesura desafortunada, Faetón tomó las riendas del carruaje de su padre, es decir, del Sol. Debido a su inexperiencia, el joven perdió el control de los caballos y cayó hacia la Tierra. En su caída, Faetón calcinó grandes regiones creando los desiertos y a punto estuvo de incendiar todo el planeta.
Este episodio está recogido en numerosas obras maestras de la pintura clásica; una de las más bellas, debida a Rubens, se conserva en el Museo del Prado.
Fuente y Credito a www.elmundo.es
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