La nave espacial Cassini terminó el pasado septiembre un asombroso viaje por el sistema de Saturno que duró trece años. Durante ese tiempo, la sonda realizó un buen número de descubrimientos científicos. Entre ellos, algunos de los más asombrosos se refieren a Encélado, la sexta luna más grande del planeta de los anillos.
De esta forma, supimos no solo que alberga un océano global bajo su espesa capa helada, sino que decenas de géiseres salen de las fisuras en la superficie de su polo sur, lanzando columnas de vapor de agua cargadas de minerales hacia el espacio a gran velocidad. Encélado se convirtió de esta forma en uno de los lugares del Sistema Solar más protemetedores para la búsqueda de vida extraterrestre.Esta luna es realmente diminuta (500 km de diámetro, cabría en el Reino Unido) y una superficie extremadamente fría (-201ºC), por lo que cabría esperar que fuera toda ella una compacta bola de nieve.
Pero no parece ser así, por lo que los científicos se preguntan qué es lo que provoca esa aparente actividad geológica. Una nueva investigación publicada en la revista Nature Astronomy puede tener la respuesta. La hipótesis que plantean los investigadores es que Encélado tiene un núcleo poroso, por lo que la fricción de marea podría generar calor suficiente para provocar actividad hidrotermal en su interior durante miles de millones de años, tiempo suficiente para que la vida haya podido surgir. Encélado albergaría un océano salado global bajo una capa de hielo con un grosor medio de 20-25 km, que llegaría a tan solo 1-5 km en la región polar sur.
Interior de Encélado-NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute; interior: LPG-CNRS/U. Nantes/U. Angers. Composición gráfica: ESA
Allí, a través de fisuras en el hielo se expulsan chorros de vapor de agua y granos de hielo. La composición del material eyectado, medida por Cassini, incluye sales y polvo de silicio, lo que sugiere que se formarían por la interacción de agua caliente —a un mínimo de 90 ºC— con la roca del núcleo poroso. Para esto haría falta una enorme fuente de calor, unas cien veces mayor que la que podría generar la descomposición natural de elementos radioactivos en las rocas de su núcleo, así como un medio que focalizase la actividad en el polo sur.
Se cree que el efecto de marea en Saturno es el responsable de las erupciones que deforman la capa de hielo de Encélado mediante movimientos de atracción y repulsión a lo largo de su recorrido elíptico alrededor del planeta gigante.
Sin embargo, la energía producida por la fricción de marea en el hielo sería demasiado débil por sí misma para contrarrestar la pérdida de calor desde el océano: la luna se habría congelado al cabo de 30 millones de años.
Sin embargo, como Cassini ha mostrado, la luna sigue siendo extremadamente activa, lo que sugiere que está sucediendo algo más. «Aunque nunca ha estado claro cuál es la fuente de la que Encélado obtiene la energía para permanecer activa, ahora hemos visto con más detalle cómo la estructura y la composición de su núcleo rocoso podría tener un papel fundamental en la generación de la energía necesaria», señala el autor principal del estudio, Gaël Choblet, de la Universidad de Nantes (Francia). En las nuevas simulaciones, el núcleo está formado por roca porosa deformable y no consolidada, que el agua puede permear fácilmente.
Así, el agua líquida fría del océano puede filtrarse hasta el núcleo y calentarse gradualmente a medida que penetra debido a la fricción de marea entre fragmentos de roca en movimiento.
El agua circula por el núcleo y luego vuelve a ascender debido a que está más caliente que la materia circundante. En última instancia, este proceso transfiere calor al fondo del océano en columnas delgadas que interactúan estrechamente con las rocas. En el suelo oceánico, estas columnas llegan al océano más frío.
Encélado terminará por desvelar sus secretos. Hace unos días, la NASA anunció sus planes para construir SELFI (Submillimeter Enceladus Life Fundamentals Instrument), un instrumento para estudiar la composición de los géiseres de Encélado.
Con la medición de las trazas químicas de los géiseres, los científicos creen que pueden determinar la composición del océano subsuperficial de esta luna y arrojar luz sobre las posibilidades de que pueda albergar vida.
Fuente y Credito a www.abc.es
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